viernes, agosto 04, 2006

Hienardo da Vinci

El doctor John Collomosse, de la Universidad de Bath (Pérfida Albión), hablaba para la prensa hace unos días sobre las nuevas obras de arte digital que cambian de aspecto y estilo conforme al humor del espectador; obviamente, se necesita una cámara web y un software calibrado específicamente para cada usuario, de modo que el ordenador registre apropiadamente hasta 8 expresiones distintas y cambie el color y la pincelada de cada obra en función del estado de ánimo del usuario ¿Y bien? NO ESTOY LOCOOOOO...Cuando hablaba de las nuevas formas que debía adoptar el arte en el futuro, si queremos que se hacerque más al concepto de lo que el Arte es en esencia, no iba tan desencaminado. Parece que en unos años, se llegue a lo que yo, yo, YO he predicho ya en multitud de ocasiones, en mi inimitable presciencia y ego iluminado: un arte mutable en su propia naturaleza, que sea capaz de expresar las emociones y sentimientos del modo más fiel y abstracto.

Entendiendo el Arte como la modificación de la realidad misma para la creación de belleza (sea cual sea la definición de belleza que queramos aplicar) y la representación de emociones o pensamientos, sólo la escultura y el land-art se han acercado lo suficiente. Quizá una arquitectura experimental se podría meter también en el saco, pero lo cierto es que la pintura, por ejemplo, se ha limitado a algo tan primitivo como es el uso de pigmentos naturales o sintéticos sobre una superficie, dando como fruto una imagen bidimensional, en ocasiones con ciertas intrusiones tridimensionales. En los últimos años asistimos también, cada vez con mayor empuje, al despertar del arte digital y al descubrimiento de las inmensas posibilidades que conlleva, al situarse conceptual y técnicamente más cerca de la idea abstracta e inmaterial del Arte que ninguna de las disciplinas precedentes.

No obstante, resulta obvio que el resultado final, la obra artística, debe ser palpable y no etérea; puede ser efímera, sí, pero necesitamos, para darle el valor adecuado y que nos llegue de una manera más directa, que posea una existencia material, sea o no breve. Así pues, el siguiente paso evolutivo de la expresión artística debería ser, en mi opinión, una obra tridimensional y mutable en esencia, una materia que reaccionase al estímulo mental del artista ¿Qué papel desempeñaría entonces el artista, como artífice de una obra esencialmente efímera? El artista conseguiría el estatus por el que ha luchado desde el renacimiento: un profesional puramente intelectual, un creador cuya consciencia del acto creativo es esencial en su trabajo. Si bien todo el mundo podría utilizar esa materia informe para tratar de darle forma y expresarse, sólo una mente sensible y trabajada, una mente consciente de sí misma, capaz de diferenciar, aislar y manejar sus propios impulsos y corrientes internas, sería capaz de hacerlo de manera efectiva.

De ese modo se matarían dos pájaros de un tiro: se establecería definitivamente la posición del artista como un profesional intelectual y además, se clarificaría la cuestión de la inspiración, la creatividad innata o lo que es lo mismo, la eterna pregunta de si el artista nace o se hace. Hasta aquí llegó la hiena más peluda; sugiero a todas las hienas o pedazos de carroña que se dejen caer por aquí y tengan los redaños como para leer todo esto que aprovechen la ocasión para opinar, porque de otro modo asumiré la indiscutible verdad, que YO TENGO RAZÓN!

Por último, querría cerrar la disertación citando unas palabras del gran Antoñito López, en su aparición estelar en la Hora Chanante:

"ABSTRACCIÓN= MIERDA!!!!"

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